Europa endurece leyes para proteger sus ríos mientras América Latina se rezaga

El Parlamento Europeo aprobó en 2023 una serie de directrices para proteger las masas de agua superficiales y subterráneas, exigiendo a los Estados miembros alcanzar un "buen estado ecológico" para 2030. Estas medidas incluyen mayor control sobre descargas industriales, incentivos a la agricultura sostenible y restauración de cauces afectados por infraestructura hidráulica. Esta legislación surge como respuesta a décadas de presión de la sociedad civil y evidencia científica contundente.

Ríos como el Rin, el Támesis y el Sena, que estuvieron altamente contaminados en el siglo XX, hoy presentan mejoras notables gracias a inversiones en tratamiento de aguas, monitoreo constante y regulación efectiva. El caso del Támesis es emblemático: en los años 50 era considerado biológicamente muerto, pero ahora alberga más de 100 especies de peces. Esto demuestra que, con voluntad política y recursos adecuados, es posible revertir el deterioro ambiental de los cuerpos de agua.

La Unión Europea también ha promovido la participación ciudadana en la gestión del agua, a través de consejos de cuenca, acceso público a información ambiental y mecanismos de denuncia eficaces. Estas estrategias han permitido una vigilancia más cercana y han empoderado a las comunidades locales. Además, existen fondos europeos destinados exclusivamente a la conservación de recursos hídricos, lo cual contrasta con la escasez de presupuesto que enfrentan muchos países del sur global.

Los expertos coinciden en que la presión desde organismos internacionales y la opinión pública han sido clave para acelerar reformas. Las protestas climáticas, las demandas de jóvenes activistas y los informes científicos publicados en los últimos años han elevado el tema del agua en la agenda política. En ese contexto, Europa ha entendido que el agua no solo es un recurso económico, sino un derecho y un elemento vital para enfrentar la crisis climática. Por eso se han aprobado leyes más ambiciosas y punitivas para los contaminadores reincidentes.

A pesar de estos avances, Europa también enfrenta desafíos. En algunos países del este europeo, la corrupción y la falta de capacidad técnica limitan la implementación de estas normas. Además, los efectos del cambio climático ya se sienten en forma de sequías prolongadas, incendios forestales y reducción de caudales en ríos importantes como el Danubio. La situación no es homogénea, pero la región muestra un rumbo más claro hacia la protección del agua como prioridad estratégica y ética.

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Patricia Ramirez Vazquez.


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Tel: +52 222 739 2503


Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Facultad de Ciencias de la Comunicación

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